"El juego es cosa seria, todo niño lo sabe"
Frans Limpens.
Por lo general desde que llegamos a una sociedad se nos enseña a competir. Normalmente quien nos lo enseña lo hace muy sutil y sin ser consciente de ello, por ejemplo el maestro que usa frases como "el primero que termine...", o el juego de las sillas en las fiestas infantiles donde se termina por premiar al que jaló más fuerte la silla sin importar si otra persona se cae.
La cooperación como modelo opuesto a la competencia también puede ser desarrollada en la escuela fomentando con ello un modelo de sociedad menos voraz hacía los demás.
A través de vivir la cooperación hacemos viva nuestra convicción de que "tú , eres otro yo", significado de Hala Ken.
“Jugar para un niño y una niña es la posibilidad de recortar
un trocito de mundo y manipularlo para entenderlo”
Francesco Tonucci.
Es así como los juegos cooperativos se convierten en metodología didáctica que potencia cambios sociales pues para llegar a la meta es necesario ver a las demás personas como aliadas, no como enemigas.
Los juegos cooperativos, además de ayudar a fortalecer el tejido social, estimulan el desarrollo de la capacidad para resolver problemas, la sensibilidad para reconocer las necesidades, preocupaciones y expectativas de las demás personas, la sensibilidad para convivir con las diferencias de los demás y la capacidad para poder expresar los propios sentimientos, emociones y experiencias. (Pérez, 1998).